Como en todas partes, las parroquias de los lugares tienen su fiesta patronal. En el caso de mi barrio mexicano, la fiesta patronal del “Señor de los Milagros” se celebra entre el 13 y el 14 de septiembre. Para acompañar este rito, fui a Misa el domingo 13 a mediodía y encontré algunas peculiaridades interesantes de comentar:
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En las afueras de la Iglesia, se realiza una kermesse. En ella se vende todo tipo de comida típica que se promociona por altoparlantes mientras se celebra la Santa Eucaristía, con presencia del Señor Obispo y todo. Como está al ladito nada más de la Iglesia, cada vez que se produce un silencio en el sagrado rito, se escuchan las propagandas de buñuelos, elotes, tamales y otras delicias de la gastronomía mexicana…
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En el rito católico hay un momento específico en el que los fieles se acercan al altar a tomar la Eucaristía. Para ello se hacen filas para recibir la Comunión de manos de los Ministros… Me llamó mucho la atención que bastantes minutos antes de este momento solemne, la gente empezó a levantarse de sus asientos y a caminar muy raudamente hacia los lugares en los cuales se hacen las filas… diría yo casi corriendo… me pareció casi como estar a la espera del Metro donde se debe estar preparados para ganar un lugar en el vagón del tren…
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Siempre me impresionó mucho en la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo (una de las fiestas marianas más importantes de Chile), que en el momento de la Consagración los representantes de los bailes religiosos (que representan de alguna manera los pueblos originarios) hicieran sonar todos sus instrumentos en señal de alabanza provocando una sensación física y espiritual inexplicable. Es impresionante sobre todo porque en la tradición católica este momento de la liturgia implica silencio y ensimismamiento y a lo sumo se escucha una campanita que toca el monaguillo después de la consagración del pan y del vino. ¿Qué tiene que ver esto con México dirán ustedes? Bueno, en la fiesta del Señor de los Milagros, en el momento de la Consagración, los fieles encienden fuegos artificiales y hacen sonar cuetes en las afueras de la Iglesia, con el mismo fin de los fieles chilenos…
Para continuar con la celebración, el cura del barrio invitó a todos quienes quisieran asistir a una especie de recital el lunes por la noche.
Cuando llegué, había un grupo de charros mexicanos dentro de la Iglesia acompañando a distintos jóvenes pertenecientes a la comunidad católica del lugar que cantaban de todo un poco… El cuarto participante fue el diácono, un hombre joven que parece ser muy popular entre los feligreses y que con aires de artista pidió incluso que bajaran las luces para cantar…
Pero nada fue más sorprendente que ver al “cura de mi barrio” ovacionado por la multitud cuando empezaba a entonar, con una voz de “mero macho mexicano”, diversas canciones tradicionales sin ningún contenido religioso, entre ellas “Mátala con una sobredosis de cariño”; la gente aplaudía de pie, cantaba con el curita, bailaba, sacaban fotos y filmaban la actuación magistral del presbítero-artista.
Una fiesta realmente original donde se une el fervor religioso con el fervor mundano…
Terminó el show con varias canciones entonadas por el grupo de charros y con muchos “Viva el Señor de los Milagros”.